jueves, 11 de abril de 2013

"Natasha" Zorra peligrosa para Apocalypse World

 Cuando he entrado en blogger y he visto la fecha de publicación del último artículo, he quedado realmente sorprendido... ¿Casi cinco meses? ¿En serio? Es increíble como pasa el tiempo. En todo este tiempo no es que no haya hecho nada, en realidad he estado bastante activo. Aunque mis huellas por la red se reducen a comentarios en G+, lectura de blogs y que escribí un módulo para Yggdrasill, que podéis leer en 12 meses 12 módulos: Lobo con piel de oveja, si que he estado bastante activo en cuanto a jugar se refiere. Una de las últimas partidas que estoy jugando es a Apocalypse World, de la cual el director Daniel (Alsharak) ha hecho un actual play que podéis leer en su blog Umbral del Infinito.

Bueno, pues en lo que divago pensando en algo sobre lo que escribir y retomar el blog, os dejo con la historia del personaje que estoy llevando en dicha partida. Advierto desde ya que la historia es un poco fuerte, tampoco en exceso. Os presento a Natasha, una zorra peligrosa...


Me han llamado de muchas formas en mi vida, pero, sin duda, esta es la que más me ha sorprendido. “Zorra peligrosa, jajajaja”. Malditos bastardos. Creen que me conocen. Ven a una tía joven y atractiva y babean como perros sarnosos, incapaces de controlar sus estúpidos impulsos primarios. Primero tontean, te lanzan piropos e intentan tocarte con sus sucias manos. Hasta que notan el acero de mi cuchillo peligrosamente ajustado en su entrepierna. En ese momento dejan de ver a una atractiva joven inocente, para ver a una zorra, una zorra peligrosa.

No siempre fue así. Hace años yo no estaba advertida de este mundo. Mi padre no permitía que mi madre mi hermano o yo misma tuviésemos relación con el mundo. Teníamos lo más parecido a una granja, con esos animalejos mutados y esas verduras pochas que malamente daban para alimentarnos. Pero mi padre era realmente bueno arreglando cosas. Varias veces al mes se iba y venía con lo necesario para vivir y algunos trastos mecánicos para arreglar. Sobre todo armas. Traía también prendas viejas, que enmendábamos yo y mi madre. Nunca nos llevó a mi o a mi madre. Y tampoco a mi hermano, hasta aquel día.

Mi hermano era menor que yo, pero al ser hombre era el que tendría que mantenernos cuando mi padre se fuese. Al menos eso creía mi padre. Así que sin previo aviso, nos despertó antes del amanecer, y le dijo: “Vistete, hoy vendrás conmigo.” Mi hermano era digno hijo de su padre, sin mostrar alegría, tristeza, ni si quiera sorpresa, se vistió y lo acompañó. Aquel día fue raro, mi madre estaba preocupada, y yo sentía algo raro, un cumulo de sentimientos enfrentados, rabia, miedo, desesperación. Quería salir de allí, NECESITABA salir de allí. Pero no tenía valor para hacerlo, así que ese día ayudé a mi madre y sencillamente esperamos. Tardaban solo 2 o 3 días en volver, pero esta vez, fueron demasiados.

Al caer la noche, cuando estábamos medias dormidas enmendando algunas prendas tocaron la puerta. Al principio solo nos mostramos sorprendidas, hasta que nos dimos cuenta que era menos que improbable que se tratase de mi padre. Entonces el miedo nos invadió. Mi madre corrió hasta la puerta, en busca de una escopeta que teníamos allí. Tarde. La puerta se abrió de un golpe y varios hombres entraron, apuntándonos con armas. Mi madre le arrojó todos los objetos que estaban a su alcance, abofeteó y pateo a sus agresores, hasta que la redujeron a la fuerza. Yo me quedé allí paralizada, sin poder hacer nada. Temblando y llorando.

Aquellos bestias casi no me habían visto cuando empezaron a violar a mi madre y registrar la casa. Dos de ellos se acercaron, más tarde sabría que eran Sapo y Doble-T. Vi como se relamían, como una hiena que encuentra un animal herido y moribundo. Quería correr, quería defenderme. Tan solo vi como se acercaron. Tenía solo 13 años, no tenía nada de “Zorra peligrosa” en aquella época. Uno de ellos me acarició el pelo, y me dijo lo guapa que era. El otro rio mientras decía que tenía buenos pechos, y me los manoseaba salvajemente. A penas fui capaz de balbucear por favor, lo que solo sirvió para que se rieran aún más. Entonces entró él. Ya tenía la camisa a medio quitar, y uno de ellos me pasaba la lengua por la cara cuando él gritó: “Dejadla” Al principio pensé que me estaba salvando, hasta que escuché: “Esa es mía.”

Enseguida entendí que debía ser el jefe de aquella banda, ya que los dos hombres se apartaron. Mi madre había dejado de gritar, aunque seguían violándola salvajemente mientras otros registraban la casa. Destrozando nuestro hogar. Bullett, el jefe, se acercó. Me acarició la cara mientras decía lo guapa que era, sus palabras eran amables y cariñosas. Pensé que iba a ser conmigo lo mismo que le hacían a mi madre. Ni si quiera me tocó por debajo del cuello, al menos aquel día. Sapo me gritó: “Mira lo que te pierdes pequeña, un manjar como este no se ve todos los días.” Tenía su pene en la boca de mi madre, y casi no la dejaba respirar. Mi madre debió mordersela porque gritó y tras sacar su miembro la golpeó hasta dejarla inconsciente. Lástima que estaba demasiado débil como para arrancársela. Uno de ellos comunicó que habían terminado de registrar la casa. Él le respondió: “Pues larguémonos de aquí.” Menuda zorra peligrosa estaba hecha en aquellos momentos… creí que se marcharían sin más. De hecho lo hicieron, pero llevándome con ellos. Lo último que vi de mi casa fue a mi madre, seminconsciente, con la cara llena de sangre y moretones, completamente desnuda sobre sus ropas desgarradas, su entrepierna manchada de sangre y una sustancia blanca. Uno de ellos, Marvel, marcaba con un cuchillo su sello en el estómago de mi madre. Una maldita polla saltando a la comba. Puto enfermo.

El siguiente año de mi vida lo pase con esos hijos de puta. Era la “chica” de Bullet. Me alimentaba y me cuidaba. Se aseguró de que nadie más me tocaba. Pero por la noche me violaba hasta cansarse y quedar rendido. Aunque nunca opuse demasiada resistencia llegó un momento que ni me importaba. Solo esperaba su muerte, o, lo que era más probable, la mía. A pesar de todo, Bullet nunca me golpeó, ni me hizo más daño que el que provocaban las primeras penetraciones. Incluso de disculpaba a su manera. Nunca pedía perdón, pero hablaba de lo cruel que era el mundo, lo que había sufrido y un montón de excusas que se ponía a si mismo. Yo sabía que era la forma de decir: “Lo siento, en realidad no quiero hacerlo, pero es lo que hay.”

La banda estaba formada por 10. A la mayoría no los conocí demasiado, cocinaba para ellos, les enmendaba la ropa y poco más. Bullet se aseguraba de que ninguno tuviese intención de dañarme, sobre todo cuando quedé embarazada. Eso lo cambió. Tanto que incluso llegó a hablarme de lo genial que sería tener una vida más normal. Supongo que esto fue visto como debilidad en los demás, porque el mismo día en que di a luz, Doble-T y sapo intentaron matar a Bullet y hacerse con la banda. Aquel día estábamos en una casa abandonada, y yo estuve todo el tiempo en la habitación. Escuché todo el barullo desde lejos, absorta en el dolor del parto. Cuando el ruido cesó, el silencio me asustó. No sabía que había pasado, hasta que vi a Doble-T abriendo la puerta. Estaba malherido, y se relamía mirándome. “Puta, no sabes cuanto tiempo llevo esperando esto.” Balbuceé mi bebe, mientras observaba atónita como se quitaba los pantalones. Mi bebé estaba naciendo. “Si tu coño está ocupado, tu culo me servirá.” Y vino hacia mi. Llore. Se puso sobre mí, y no se como acerté a darle una patada en los huevos. “Puta.” Me insultó una y otra vez, y también me golpeó. Incluso me dio en la barriga el puto capullo. Hasta que calló inerte sobre mí tras un estruendo. Lo único que recuerdo es a Bullet acercándose, con su revolver humeando. Se arrastró hacia mi, malherido, y me besó en la frente diciendo: “Lo siento”. Sentí como mi bebe se abria camino hacia el mundo, y entonces morí. Si, morí. Se que estoy viva y hablando ahora mismo, pero también estoy segura de que durante varios minutos estuve muerta. Me invadió una paz absoluta. Una paz a la que abracé con alegría. No quería vivir. Al menos hasta que lo escuché. El llanto de mi bebe. Cuando abrí el ojo, Bullet estaba en el marco de la puerta, con nuestro hijo en sus brazos. Sin mirarme me pidió perdón otra vez, dándome por muerta y se marchó. Yo estaba demasiado débil para hablar, moverme o hacer nada. Y me dormí.

Pasé tres años en aquella casa. No solo estaba demasiado débil, era estúpida y no sabia por donde empezar a buscar. Quemé todos los cuerpos, al menos los que encontré. Faltaba el cuerpo de sapo y el de marvel. Putos cabrones, eran los más depravados, debieron olerse lo que pasaría y huyeron. Dejaron casi todo atrás. Las armas, víveres, hasta los estúpidos comics de Marvel. Marvel había sacado su nombre de su afición. Había encontrado una caja llena de comics, envueltos en un plástico que los conservó bastante bien. Durante años coleccionó esos comics. Nunca supe por que diablos no volvió a por ellos, tendría demasiado miedo. Mientras me repuse, me puse a leer los comics. Para mi sorpresa los personajes de esas hojas eran buenos, eran héroes que salvaban gente. Era ilógico. Nunca mataban a nadie, ni hacían nada por si mismo, hasta que leí sobre ella. Era fría, letal, eficiente y conseguía lo que quería. Me puse su nombre. Romanov era su apellido.

En esos tres años entrené, gaste miles de balas mejorando mi puntería, y practique con armas cuerpo a cuerpo. La cadena siempre fue mi favorita. Cacé y aprendí a sobrevivir por mi misma.

Cuando salí de aquella casa, tenía varios objetivos. No sabía donde coño estaba nada, pero encontraría a mi bebé, cortaría el pene de sapo y se lo metería en su boca mientras sigue vivo, dejaré un bonito dibujo en la piel de Marvel, encontraría la pequeña casa de mis padres, y mataría a Bullet. Porque a pesar de todo lo que me hizo, una parte de mí lo ama, y debo extirpar esa parte para seguir viviendo.

“Así que esta es mi historia, puto cabrón enfermizo.” El viejo casi no puede respirar del miedo. Me dio cobijo y se hizo pasar por buena persona, para luego intentar violarme cuando me cogiese desprevenida. Cerdo, lo calé nada más verlo. “¿Así que soy una zorra peligrosa? Siempre es mejor que ser un viejo… castrado…” “Ahhhhhhhhhhhhhh  (grito de horror de un viejo cuando le cortan la polla y los huevos)”

1 comentario:

  1. Qué sería de mi partida sin mi Zorra Peligrosa xdd. Este finde, pongo el AP 2, si no hay nada raro...

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